Ser joven en la música es tener prácticamente la etiqueta garage escrita sobre la cabeza. El caso de los Smith Westerns, grupo de mozuelos estadounidenses, sería el mismo si es que a la fuerza juvenil que imprimen a su música no le hubieran agregado alguito más: el glam. Los veinteañeros americanos le rinden tributo a esa música que obtuvo vida gracias a seres como Bowie o T-Rex y mezclan los mejor de ambos mundos al unir el desenfreno de guitarras y batería con el toque elegante de pianos. Se mueven bien en temas rápidos, adolescentemente movedizos, como también en baladas con corte setentero que dejan un vaho retro que siempre nos pone a pensar en aquellas épocas doradas.
Cuando un músico dice que el gran Ziggy es su más grande influencia no puedo evitar pensar en una miss universo diciendo que admira al Papa; es casi un libreto que muchos se aprenden para caer bien y que tarde o temprano les pasa factura. Con los demonios del rock no se juega, pues. Por suerte, los Smith Westerns respetan los apellidos y lo demuestran con su segundo largo, Dye It Blonde, donde nos brindan una versión fresca y actualizada del glam de hace cuatro décadas, con grandes dosis de un pop coetáneo, voces tan de nuestros días pero que se animan a emular a las de antaño, teclas blancas y negras que engalanan la atmósfera y esa guitarra con un extraño efecto que la hace parecer una especie de vuvuzela, la vuvuzela más glam de este mundo. Esta vez las etiquetas les caen perfectamente a pelo: garage glam rock.
UNA PROBADA DEL DISCO:
IMAGINE PT. 3
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