Empiezo a creer que en mi vida pasada fui un suburbano que gastaba las horas entre bares, tocadas y buena vida, allá cuando los hippies inventaron la libertad; sino de qué otro modo explicarme la fijación que tengo por el lifestyle de aquel entonces, por la música, por la bohemia, la inspiración. Allá debió pasar algo. Por suerte, no estoy solo en este sentir: las chicas Vivianas fueron mis compañeras en aquellos años maravillosos. Compartíamos arte, amor y perdición; la felicidad era gratis. En esos años, su música era la misma de ahora, simple, pero desenfadada, un punk justo, solos que escapaban de la guitarra como el encarcelado escapa de prisión, el trío de voces que contrastaba la fuerza instrumental con su delicadeza... una fórmula demasiado simple de decir, pero cuyo verdadero significado solo se puede sentir. Siento, luego existo.
UNA PROBADA DEL DISCO:
SIXTEEN WAYS
UNA PROBADA DEL DISCO:
SIXTEEN WAYS
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