Vivian Girls - Share the Joy


Leí por ahí que las altas esferas de la crítica musical se estaban cansando de esta sobrepoblación de bandas cuasi clonadas que han encontrado en los 60's y 70's la minita de oro del momento. Una cosa sí les diré, prefiero una y mil veces la incontenible reproducción de este tipo de bandas a la de los chillwavers que, seriamente, empiezan a quedarse sin argumentos. Quizá yo también esté errado al sacar cara por los Smiths Westerns, Puro Instinct o Vivian Girls; quizá ellos ya aburrieron y no me he dado cuenta. En todo caso, no me importa.

Empiezo a creer que en mi vida pasada fui un suburbano que gastaba las horas entre bares, tocadas y buena vida, allá cuando los hippies inventaron la libertad; sino de qué otro modo explicarme la fijación que tengo por el lifestyle de aquel entonces, por la música, por la bohemia, la inspiración. Allá debió pasar algo. Por suerte, no estoy solo en este sentir: las chicas Vivianas fueron mis compañeras en aquellos años maravillosos. Compartíamos arte, amor y perdición; la felicidad era gratis. En esos años, su música era la misma de ahora, simple, pero desenfadada, un punk justo, solos que escapaban de la guitarra como el encarcelado escapa de prisión, el trío de voces que contrastaba la fuerza instrumental con su delicadeza... una fórmula demasiado simple de decir, pero cuyo verdadero significado solo se puede sentir. Siento, luego existo.




UNA PROBADA DEL DISCO:


SIXTEEN WAYS
             
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Puro Instinct - Headbangers in Ecstasy

Un par de hermanas, de rojos labios y blondísimos cabellos, te miran a lo lejos, apoyadas en un viejo automóvil, como esperando a que por algún motivo inexplicable te acerques a ellas. A veces se le llama instinto y esta vez está de tu lado; gracias a él te acercas al par de jóvenes quienes parecen no sorprenderse por tu apresurada cercanía. Ellas viven en otra realidad pues, una más relajada, suelta de huesos, donde el tiempo marca tarjeta y todo se resuelve con un poco de buena cara. No sé, pero las miras y te dan ganas de tirarte en la arena, en el pasto o en el sucio pavimento junto a ellas, solo a disfrutar del viento mientras los segundos se pelean por no quedarse atrás. Já, pobres necios, no saben lo que es el placer. 

Tú las sigues mientras alegres te invitan a pasar al vehículo: "sí, es viejo, pero nunca nos ha fallado". Vaya, tienen el corazón hippie, nada más lindo. Prenden el humilde equipo de sonido y le dan play a un cassette donde se alcanza a leer un nombre con lapicero: "Headbangers in Ecstasy"; "hemos estado trabajando unos temas y vaya que nos la hemos pasado genial, ha sido como narrar un día de nuestras vidas: solo dejar que nuestro interior hable por nosotras. Nuestro instinto dictaba, la música obedecía". El motor echó a andar y empezó un día en sus vidas, quizá el más espontáneo que alguna vez probé. Se reían a cada instante, sacaban los brazos por la ventana, cantaban y se movían hasta que el avejentado asiento se los permitía; la que manejaba parecía haberse olvidado de que lo hacía y dejaba que la música marque la ruta por la que nos trasladaba. "Tranquilo cariño, confía en mi instinto". Y así fue. Recorrimos la ciudad entera aquella tarde, con el soundtrack perfecto en el momento perfecto; era un pop de ensueño, psicodélico, guitarrero, calmo pero lleno de personalidad, como si gritara a todo pulmón "tómame o déjame". El sunset nos invitaba a detenernos y por un instante me sentí en completa calma; ese par me había enseñado lo que era vivir al cien por cien. La música se paró y me di cuenta que tenía que volver a la rutina; aún no había encontrado la fórmula que ellas usan para detener el tiempo y eso me obligó a bajar de la blanca reliquia y despedirme de los dos seres más libres de este mundo. "Me gustó mucho la música, gracias". "Qué bueno, chico, quizá nos puedas ayudar a ponerle un nombre a nuestro proyecto". A los dos segundos, mis labios actuaron solos: "Puro Instinto", muchachas, "Puro Instinto".



UNA PROBADA DEL DISCO:

SLIVERS OF YOU

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